En la Semana de los Pueblos Indígenas, las voces Mbya en defensa de sus derechos
Preexisten, existen, y tienen derechos. El lema elegido para la Semana de los Pueblos Indígenas este año encierra un hecho concreto, real, y tan histórico como actual. Que la Constitución Nacional reconozca la preexistencia significa que entiende a estos Pueblos como anteriores a la colonización y a la conformación del Estado. Estaban antes. Eso les concede derechos colectivos sobre los territorios ancestralmente habitados, y se les debe un profundo respeto a su autodeterminación, porque ya tenían una cultura, una organización social y espiritualidad antes de la llegada de los no indígenas.
Esta semana, que se celebra del 19 al 25 de abril, invita a abrirnos a una relectura de las miradas que comúnmente recaen sobre lo indígena, que muchas veces oscilan entre la compasión, la caridad, la discriminación o el extremo de la criminalización. Las luchas por la recuperación y preservación de sus territorios, por su identidad cultural y por una educación bilingüe de calidad –entre muchas otras– son legítimas y tienen sustento en el simple, y a la vez complejo, concepto de la preexistencia.
Partiendo de esta base, ellos mismos reflexionaron sobre cómo es vivir siendo indígena en la contemporaneidad, los desafíos a los que se enfrentan día a día y las luchas que continúan vigentes.
“La preexistencia es algo innegable”
“La preexistencia es algo innegable”, afirmó sin rodeos Keila Zaya, joven perteneciente a Tekoa Arandu, San Pedro.
“Los indígenas estuvimos primero, antes de la llegada de los europeos que vinieron en los barcos. Eso demuestra que nosotros, los Pueblos Indígenas, tenemos total derecho de reclamar lo que es nuestro: el territorio, lo que nos han negado a lo largo de la historia”, aseguró.
En este sentido, se refirió al neocolonialismo y a la violencia sistemática que aún hoy se mantiene y se acrecienta. “Ver que en la actualidad continúa la violencia contra los Pueblos Indígenas es algo muy doloroso, no merecemos esos tratos”, y agregó que “el colonialismo y el racismo continúan avanzando, pero la resistencia indígena también”.
Con relación a los territorios, la principal causa que mantiene a indígenas de todo el país en pie de lucha, explicó que “nosotros reclamamos lo que es nuestro, pero no es sólo por nosotros, sino por los ecosistemas y la biodiversidad. Respetamos y cuidamos los animales, los árboles; queremos resguardar lo poco que queda y también por eso reclamamos, y para otras generaciones que van a venir”.
“Los indígenas nunca vamos a desaparecer, hace siglos que estamos resistiendo el colonialismo, la violencia, la masacre, y a pesar de todos esos daños seguimos existiendo y resistiendo. Ver eso en la sangre indígena y ser parte es algo muy emocionante. Siento mucho orgullo de haber nacido indígena, mujer indígena”, cerró.
Mario Borjas, mburuvicha de Tekoa Ka’a Kupe, en el Valle del Kuña Piru, y uno de los líderes del Aty Ñeychyrõ, afirmó que “Argentina es un país multicultural” y pidió que se respeten sus derechos como pueblo preexistente, con su propia cultura y organización social. “Estamos reconocidos en la Constitución Nacional, tenemos autodeterminación sobre nuestras propias instituciones y nuestra cultura, que es nuestro modo de ser”. Sobre la importancia de los territorios, aseguró que “es un espacio para el encuentro, para la vida, una tranquilidad para nuestro modo de ser”.
Por su parte, Walter Morínigo, de Tekoa Ka’aguy Poty, Kuña Piru, reflexionó sobre la vida en comunidad: “La cultura es tan importante porque así nos autodeterminamos como Mbya, es lo que nos hace ser quienes somos. Nuestra organización se mantiene, nos unimos para tomar decisiones, todas las opiniones valen. El mburuvicha organiza una reunión cuando quiere anunciar algo y entre todos tomamos decisiones”.
Sin territorios no hay cultura
La lucha indígena por los territorios es histórica, porque fueron despojados con la colonización y no solo la deuda nunca fue saldada, sino que con el paso del tiempo fue tomando nuevas formas de avasallamiento, que atentan día tras día contra su cultura y, muchas veces, contra su integridad física.
Con el neocolonialismo, los territorios ancestralmente ocupados por indígenas van siendo acaparados por particulares y empresas con fines turísticos, negocios inmobiliarios o para actividades forestales relacionadas al extractivismo.
En Misiones, la multinacional Arauco posee miles de hectáreas y poco a poco ha ido desplazando a comunidades indígenas y campesinas. Tekoa Puente Quemado II, en Garuhapé, es una de las que aún resiste al avance de esta empresa y, en 2022, fue víctima de un voraz incendio de una plantación de pinos dentro de su Comunidad. Santiago Ramos, mburuvicha, reflexionó sobre la importancia de poder vivir libres en su territorio.
“Para el Pueblo Mbya el territorio es lo más importante, sin él no podemos vivir nuestra cultura, los gobiernos deben comprender eso. Para nosotros es todo, porque ahí podemos cultivar, mantener nuestras costumbres, nuestras comidas y nuestras casas. Es nuestra prioridad para mantener la cultura, la lengua y todo lo que tenemos dentro del monte”.
Los Pueblos Indígenas han sido históricamente negados y marginados política y socialmente, pese a ser preexistentes a toda organización estatal. Las consecuencias de esta desidia son palpables: la pérdida de sus territorios; la migración forzada hacia las ciudades, donde son condenados a la pobreza; la pérdida de la lengua y la cultura, obligados a vivir dentro de un mundo que no es suyo. Pero existe también una resistencia que no duerme, una fortaleza colectiva y una lucha legítima que no considera la posibilidad de ser abandonada.
Preexisten, existen y tienen derechos. Y están acá para demostrarlo.
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