En los últimos días se dio a conocer que el territorio de la Comunidad Puente Quemado II volvió a ser desmontado por el empresario maderero Alfredo Ruff, en una zona donde ya se le había prohibido hacerlo.
Santiago Ramos, mburuvicha de Tekoa Puente Quemado II, informó que la Dirección de Asuntos Guaraníes habría facilitado este atropello, asegurando que “la Comunidad no quedaba afectada”, omitiendo el relevamiento territorial y el derecho a la Consulta Previa, Libre e Informada, como lo establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Asuntos Guaraníes dice que no nos afecta ese desmonte, pero primero tienen que consultar a la Comunidad, me da bronca porque siempre se adelantan, nosotros no recibimos ningún tipo de consulta”, lamentó Santiago.
El manejo es arbitrario, insensato y favorece a una empresa por encima de los derechos indígenas. Indigna que justamente el organismo creado para defender al Pueblo Mbya sea el que constantemente se pare en la vereda de enfrente, priorizando intereses económicos y empresariales. Una paradoja que sólo se explica en los lugares de poder.
Mientras tanto, el daño a la Comunidad es irreversible. El monte arrasado no vuelve, y la herida a la espiritualidad Mbya no sana. Son años marcados por el fuego, amenazas y violencia. A lo que se suma la desidia de un Estado que promete pero no cumple.
Ataque por todos los frentes
Puente Quemado II es una de las Comunidades más golpeadas en Misiones. Entre la multinacional Arauco y otros privados que los acechan sistemáticamente, los ataques continúan desde múltiples frentes.
Según afirmó el mburuvicha, tras la denuncia pública se frenó el desmonte impulsado por Ruff, aunque no saben con certeza si se trata de una medida impulsada por Ecología en un intento de redimir su mala gestión o de un parate funcional a la opinión pública.
Sin embargo, en los últimos días otro sector de la Comunidad fue invadido presuntamente por un empresario ganadero local, Martín Irschick, que ya en marzo había sido denunciado por lo mismo y ahora volvió con sus peones para avanzar con trabajos destinados al rubro.
“Lo que empezaron a hacer ahora es el rumbo para levantar postes y alambrar para hacer actividades de ganadería”, indicó Santiago.
La resistencia deberá permanecer: ante los golpes en el monte y ante la entrega fuera de él. Porque con papel y lapicera se puede hacer el mismo daño que con una motosierra.

