La Comunidad Takuapi Mirĩ, en Colonia Mado, lleva años reclamando derechos básicos: agua potable, energía eléctrica y un camino transitable. Pese a las notas presentadas y reiteradas denuncias públicas, la respuesta del Estado provincial y municipal fue siempre la misma: silencio o abandono.
Desde 2018 piden una conexión de agua potable y energía eléctrica; desde 2020, la reparación del camino que, con cada lluvia, se transforma en un pantano intransitable, impidiendo el acceso y egreso de la Comunidad. En ocasiones, las autoridades prometieron soluciones que nunca llegaron, y en otras ni siquiera respondieron.
“La última vez que presenté una nota en la Municipalidad por el tema del camino, le pasé también a Asuntos Guaraníes, y ellos me dijeron que iban a hablar con Vialidad Provincial. Después vinieron a ver, a despejar un poco al costado para que se seque el camino, pero eso fue todo. No trajeron máquinas ni nada para arreglar”, explicó Francisco Silva, mburuvicha.
La situación tiene un agravante y es que este problema vulnera el derecho de los niños a la educación. Hace dos semanas que los chicos del Aula Satélite que funciona en la Comunidad están sin clases, ya que no hay manera de pasar por ese camino de barro.
“Hay un inmenso charco, es muy necesario que lo arreglen pero seguimos esperando… aunque sea que hagan un entoscado. Estamos preocupados, los chicos en la escuela están muy atrasados porque cuando llueve y los días posteriores no se puede pasar, ni la maestra puede venir. A veces pierden hasta un mes”, aseveró Francisco.

Esta situación lleva años siendo ignorada por el Gobierno de Misiones y ahora el reclamo se convirtió en emergencia. Se están violando derechos humanos básicos, como el acceso al agua potable, y los derechos de los niños, ya que no están pudiendo continuar con el dictado de clases y se están perdiendo parte del año escolar a causa de este problema.
El Estado tiene la obligación constitucional e internacional de garantizar los derechos de los Pueblos Indígenas y seguir ignorándolos es una falta grave. Takuapi Mirĩ no puede seguir esperando. O el Estado responde, o deberá cargar con la responsabilidad de la desidia y el abandono.